CHUCHO ECHEVERRÍA
Por: Noé Rocha Otero
Desde el punto de vista del futbol, con un silbatazo final, a Chucho Echeverría le sacaron la tarjeta roja y se fue expulsado de este mundo.
Solo Dios sabe si Chucho se fue directo al cielo o al infierno. Todo depende de cómo se portó aquí en la tierra, porque allá se pone uno a mano y no hay de otra más que aceptar la decisión que tomen allá arriba.
No hace mucho andaba pitando en las canchas de futbol del municipio de Misantla. Se le veía bien, comía bien y se echaba sus copitas de vez en cuando. Pero de repente, el silbato dejó de sonar y ni adiós dijo. El corazón le dejó de funcionar y hasta ahí llegó.
“Arbitro pendejo, arbitro hijo de la chingada, árbitro ciego, arbitro huevón, arbitro culero, arbitro chingas a tu madre”, son expresiones que cada vez que hay partidos de futbol se repiten por parte de las porras, y nunca acabaríamos de describir tantas hacia los hombres de negro.
Pero de Chucho hay varias historias: Una es que cuando un jugador le gritaba árbitro corre, él le decía, “ven acá” y le contestaba. “Quien tiene que correr eres tú, pues tienes que meter los goles, yo no papacito”.
Y hay otra, cuando le gritaba un jugador: “Arbitro pendejo”, y Chucho no le decía nada, pero cuando ya eran varias veces, le comentaba “ven para acá: “Pendejo yo y pendejo tu, porque si los dos fuéramos chingones, tu estarías jugando en el azteca y yo sería el árbitro”.
También me contaron que de repente en un juego, alguien era derribado en el área chica y pedían penal, los jugadores se le iban encima a Chucho exigiendo que marcara la pena máxima, pero él les decía que en ese domingo, no iba a pitar ningún penalti por muchas caídas que hubiese de jugadores cerca de la portería.
En una ocasión Chucho llegó borracho al campo y para evitar críticas hacia su persona, traía una botella de aguardiente, empezó a untárselo en todo el cuerpo, dizque para calentar los músculos y no tener problemas para correr. Pero siempre hay un jugador que se percata del olor que emana de la boca de Chucho, a puro alcohol y le reclamaban que andaba borracho, a lo que él contestaba: “¿Qué no viste que me unté alcohol en mi cuerpo?, y lo que ahora sucede es que lo estoy sudando todo”. Se lo creían y el juego continuaba con toda y peda de Chucho.
Al hablar de los árbitros, me acordé lo que escribe Eduardo Galeano sobre ellos. Dice muchas cosas que le quedan a Chucho Echeverría. Vale la pena que usted se entere que dice este gran escritor Uruguayo sobre el árbitro.
“El árbitro es arbitrario por definición. Este es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera. Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles. Tarjeta en mano, alza los colores de la condenación: El amarillo, que castiga al pecador y lo obliga al arrepentimiento, y el rojo, que lo arroja al exilio.