El Arca de Noé: Nuestro Panteón y sus Muertos

NUESTRO PANTEÓN Y SUS MUERTOS
Por Noé Rocha Otero
El muerto al hoyo y el vivo al gozo. Ahora que se respiran vientos de muertos, El Pregonero se dio a la tarea de hacer un recorrido por el panteón municipal y contarles la historia que envuelve a este lugar en voz del cronista de la ciudad, Ángel Miguel Cuevas, quien tiene muchas cosas interesantes que decirnos, no solo de personajes que aquí descansan, sino todo lo que envuelve a la última morada, ubicada al final de la calle Morelos y donde todos, al menos los que aún tengamos espacio, descansaremos en cuerpo y alma.
Al igual que en otras instancias, el Panteón municipal encierra en su historial a muchos personajes que se han sepultado en ese lugar, hombres y mujeres que en vida tuvieron algo que ver con la historia de su pueblo, desde el más humilde campesino o la mujer dedicada a las labores del hogar y que fueron padres de generaciones de misantecos.
Hasta los más encumbrados por su preparación intelectual o actividad desempeñada en vida: sacerdotes, monjas, líderes agrarios, políticos, músicos, poetas, militares y profesionistas de varias disciplinas que llegan a rendir el tributo a la madre tierra entre ellos por citar algunos tenemos los siguientes:
Melitón González, comerciante fallecido en 1935.; Manuel Zorrilla Rivera, funcionario, político y poeta; Guillermo Badillo, líder agrario, falleció el 17 de agosto de 1934; Justa García Katz, protagonista de la canción Chacha linda, fallece el 11 de agosto de 1974; Gloria Díaz Mirón, hija del poeta Salvador Díaz Mirón, falleció el 2 de mayo de 1916; Rosario Gil de Martínez, madre de los hermanos Martínez Gil, falleció el 19 de mayo de 1916; Digna Ochoa y Placido, defensora de los derechos humanos fallece el 19 de octubre de 2001; José de Jesús Olivares, sacerdote católico, muy querido por los misantecos de su época. Fallece el día 4 de 1902.
Asimismo, Alfonso Arroyo Flores, profesor y político, fallece el día 12 de marzo de 1984; Pedro Fernández Mora, Presidente municipal, falleció el 14 de febrero de 1962; Rufino Zacarías, Presidente municipal; Feliciano López, Presidente municipal y diputado local, falleció en 1940; Alberto Rodríguez, Presidente municipal; Roumaldo Hernández Chimal, Presidente municipal; José Uribe Rivera, Presidente municipal, fallecido el 10 de febrero de 1983; Juan Pablo Prom Lavoignet, Presidente municipal y diputado federal falleció el 5 de octubre de 1986; David Arroyo Castellanos, Presidente municipal, fallecido el 15 de mayo de 1978; León Arroyo Castellanos, Presidente municipal, falleció el 17 de diciembre de 1994;Francisco Reyes Rodríguez, Presidente Concejo Municipal. Falleció el 1 de julio de 1983; Celestino Hernández Mora, Presidente municipal, falleció el 21 de marzo de 2010 y Camilo Mujica, entre otros.
En su trabajo de investigación sobre el panteón de Misantla, el cronista Ángel Miguel Cuevas y Pérez señala: “Siempre ha sido nuestra preocupación por saber el origen de nuestras cosas y dependencias que conforman los lugares e instituciones de nuestro pueblo y que con el correr de los días si no se rescatan a tiempo van a caer en el olvido o su rescate a futuro será más complicado, si digo esto es con referencia al Panteón Municipal, el lugar al cual todos llegaremos en su determinado momento”.

“En una ciudad tan antigua como la nuestra siempre es muy importante saber cómo señalé anteriormente, el inicio u origen de las cosas , con referencia al Panteón municipal nos tendríamos que remontar hasta nuestro origen totonaca, los cuales tenían un lugar determinado para sepultar a sus muertos principalmente cuando se trataba de sus dignatarios, sacerdotes y hombres muertos en las guerra “… haciéndose merecedores de entierros primarios y secundarios, para dignatarios y gente de alta posición económica, en el primario que correspondió al preclásico los cuales eran colocados en urnas funerarias, el secundario correspondió a la incineración de la osamenta”(Melgarejo Vivanco), para el pueblo también existían entierros primarios y secundarios “…el entierro primario común debió haberse liado el cadáver con un petate; pasado cuatro años, y quién sabe si sólo tres entre los totonaca lo exhumaban, si había logrado cierta categoría, para volver a efectuar el entierro ahora “secundario”, la operación tendría su dramatismo pues lo más común era enterrar en el piso del hogar, de donde se ligo con el fuego alguna forma de cremación, y desenterrar esos restos ahí, o en las afueras pero cerca, planteaba la convivencia con los muertos, en tanto no progresó la idea de panteones, en otro sitio, sí, mas, entre los edificios del centro ceremonial. El entierro secundario más pobre, sólo consistía en hacer un haz de los huesos conservados, y junto con alguna ofrenda, volverlo a enterrar” (Melgarejo Vivanco 1985)”, destaca el cronista.
Viene a nuestra memoria el recordar un poema nahuatl que reza: “Madre, cuando muera entiérrame en el seno del hogar y al hacer las tortillas, si alguien te pregunta porque lloras diles que el humo te hizo llorar”, de igual manera era el caso para las mujeres cuando morían en el momento del parto, “ y que por dicho motivo eran deificadas recibiendo el nombre de Cihuateteotl o mujeres divinas las cuales acompañaban al sol en su descenso al poniente” (Sahagún) o sacerdotisas que eran utilizadas como ofrenda a los dioses, para los totonacas de nuestra región al morir algún dignatario este era sepultado en un lugar semejante a los pozos artesanos como aún se puede observar en la zona arqueológica de los Ídolos que en una de sus pirámides principales se encuentran éstos en cada una de sus esquinas, en el cual eran colocados sentados rodeados de joyas y utensilios que utilizarían en su viaje al más allá, sin embargo la gente del pueblo como ya se señalo anteriormente eran enterrados en los patios de sus casas o dentro de las mismas, los que eran sepultados a fuera para no perder su lugar encima eran colocadas unas cimeras de piedras a semejanzas de las pirámides en las que eran colocadas las gentes importantes.
Durante la conquista y en la época de la colonia el ritual de sepultar a los muertos cambia de manera significativa, en donde los sacerdotes y algunos dignatarios son sepultados dentro de las criptas o altares de algunas iglesias y parroquias del lugar y la gente del pueblo es enterrada en el atrio de las mismas, como sucedía hasta hace unos años en la comunidad de Pueblo Viejo antes de tener un lugar ya determinado para tal fin.
En esta Cabecera municipal sucedió que en la etapa colonial el atrio parroquial también fue utilizado como panteón en sus primeros años, rompimiento que se da al ser promulgada las Leyes de Reforma por Juárez en el año de 1859 ,en las cuales se marcaba la separación de los bienes eclesiásticos entre las cuales, una de las ordenanzas era precisamente que sería la Administración Civil la encargada de llevar el registro de los ciudadanos, entre ellos las uniones matrimoniales, los registros de nacimientos y defunciones, la disposición de que los cementerios o Campo Santo ( como se les llamo en la época colonial por estar establecidos en los atrios de las iglesias) se determinó en un lugar alejado del centro de la población por cuestiones de higiene, con respecto a la creación del Panteón municipal de Misantla se dio inmediatamente después de promulgada las Leyes de Reforma, ya en un periodiquito de los años veinte llamado “Juan Soldado” en su edición de febrero de 1921 se cita la información de un Comité encargado de reunir fondos para continuar con la construcción de la barda perimetral del Cementerio, hay que destacar algo muy sobresaliente con respecto a la colocación de las fosas ya que el cementerio estaba distribuido en tres clases: la primera se encontraba a la entrada del lugar y tenía un costo de veinte pesos oro al principio, diez pesos oro después, la segunda clase tenía un costo de cinco pesos plata y la tercera clase que correspondía a las orillas o la parte más pedregosa con un costo de dos pesos con cincuenta centavos plata, tal vez para nuestro tiempo nos resulte un tanto clasista pero era parte de la idiosincrasia del misanteco.
Aún en nuestros días podemos observar que a la entrada del panteón se encuentran monumentos con ángeles y cruces torneadas en mármol procedentes de Carra Italia que llegaron en barco y fueron descargadas en el puerto de Nautla y de ahí traídas a Misantla por los arrieros que cubrían esa ruta, demostrando el poder económico de algunas familias por enterrar a sus muertos en lugares preferenciales y podemos leer en los epitafios nombres de personas y apellidos extranjeros: españoles, franceses, italianos, alemanes, griegos, americanos, árabes, que en su momento a través del tiempo fueron parte de las personas que movieron la economía del lugar. Debe señalarse que durante las etapas que vivió Misantla a consecuencia de la peste de la viruela negra se estableció un improvisado hospital llamado Lazareto ( tal vez en memoria del personaje bíblico Lázaro) para atender a los enfermos de dicha epidemia y las personas que llegaban a morir eran sepultadas de inmediato en fosas ya hechas con anterioridad, algunos que contaban con recursos económicos los enterraban en ataúdes mientras los que no podían comprarlos eran envueltos en sabanas y petates y así eran depositados en las fosas comunes en las inmediaciones del improvisado hospital el cual estuvo ubicado entre las calles de Hidalgo entre Degollado y Bocanegra que no era más que una galera cercada de chamalote y techada de palma, atendida por un puesto de socorro dependiente de la Secretaría de Salubridad y Asistencia del gobierno del Estado, fueron muchas las personas que murieron en ese lugar y que fueron sepultadas ahí mismo, convirtiendo el lugar en un cementerio alterno del que ya existía, el motivo de enterrarlos allí fue para evitar un mayor entre las personas.
El cementerio en la actualidad debido a la saturación de tumbas, tal parece que se ha convertido en un ajedrez ya que las callecitas perpendiculares que había entre las hileras de tumbas que estaban debidamente colocadas de frente a la calle principal por ambos lados se perdieron para utilizar esos espacios, ante la carencia de los mismos para seguir inhumando personas fallecidas, esto mismo a llevado a convertirlo en un caos teniendo que caminar o saltar entre las mismas tumbas cuando se busca la de un familiar ahí sepultado además la proliferación de capillas que hasta en un momento dado ahorra lugares porque según la profundidad de las mismas sirve para colocar mas fallecidos, aunado a todo esto hay que señalar a quienes en un momento dado han estado al frente de dicho cementerio como administradores o encargados por los abusos que ahí se han cometido con la desaparición de crucifijos de bronce, imágenes de santos y ángeles de mármol o lapidas del mismo material
La destrucción de monumentos antiguos de personajes destacados que en algún momento contribuyeron en algún aspecto económico político y social de Misantla en otro aspecto se deben de cuidar los monumentos que están en pie como la tumba de don Melitón González, cuyo ángel tenía un techado de lamina con un cielo raso de madera, y por eso hay que marcar un alto a la destrucción de monumentos funerarios que aparentemente de un día para otro aparecen destruidos y en lugar de dar aviso a los familiares para su reconstrucción lo dejan así por algún tiempo, para después recurrir a retirar los escombros para hacer la excavación y construir fosas nuevas para ser vendidas al mejor postor, de esto se han dado varios casos y está en conocimiento de muchos misantecos.
Finalmente, el cronista de la ciudad se despide: “Quiero cerrar esta reseña histórica con el epitafio que se encuentra a la entrada del Panteón municipal que reza: “Descúbrete mortal tu frente inclina, que el orgullo terrenal aquí termina”.

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