EL ARCA DE NOÉ

LA BOCHOLA

Por: Noé Rocha Otero

De drogadicto a limosnero. Mi amigo José Anastasio de los Santos y Barroso, mejor conocido como “La Bochola” se sincera conmigo y me cuenta la verdad del porqué ha perdido poco a poco su vista: “La marihuana, el resistol y el tiner me dieron en la madre mi Noé y por eso estoy así”.

“La Bochola” es mi cuate de la infancia, pues solamente nos separaba una cuadra en el barrio del totomoxtle. Convivimos de chamacos, fuimos boleros y de vez en cuando jugábamos futbol. “Quiero decirte que desde los 14 años empecé a consumir drogas y lamentablemente hoy estoy pagando las consecuencias. Poco a poco he ido perdiendo la vista porque tengo inflamación del nervio óptico por falta de oxigenación en el cerebro”.

“Todo iba bien en mi vida, llevaba una vida sana como todo chiquillo. Terminé la primaria en la escuela Manuel Gutiérrez Zamora. Luego me fui a la secundaria federal Ignacio Mejía donde empecé a pegarle a la mota, al resistol y al tiner. Cuando llegué a la preparatoria para trabajadores, me cayeron drogándome con un amigo y nos expulsaron, solo fui dos meses a esta escuela”

“Ante dicha situación me fui a la ciudad de México, donde trabajé de todo y dormía en la estación del ferrocarril, la central del sur y en la tapo. Se sufre pero se aprende mi Noé”.

“Posteriormente me fui a Coatzacoalcos, donde tenía amigos misantecos y sabía que me ayudarían. Ahí entré a una compañía que le trabajaba a Pemex, en asuntos de aires acondicionados. Me aburrí ahí y determiné irme con otro amigo, el Negro Ortega, que está en Cancún. Ahí le entré como vigilante en la zona hotelera. Finalmente trabajé en Playa del Carmen, en la seguridad de una discoteca”.

“Casi todas las drogas que consumí son toxicas y van directamente al cerebro y por eso he venido perdiendo la vista. Mi vida fue un desastre, nunca hice caso a los consejos de mis padres y a todas horas reventaba con mis amigos. Íbamos al río, a la disco, a las cantinas, a donde fuera, la única idea que teníamos era divertirnos y no nos importaba nada”.

La flota me fue envolviendo, me fue llevando al desmadre, a la perdición, a consumir resistol y tiner, cuando no había para la marihuana.

Cierto día me acosté en mi cama y al despertar vi todo borroso, me espanté, me llevaron con el doctor y me dijo que las drogas me estaban haciendo daño a mi vista. Eso fue por el año 1995 y desde entonces dejé el vicio y empecé a rehacer mi vida.

Hoy, te puedo decir Noé que ya no consumo drogas y que busco la manera de mantener a mi esposa e hija. Vendo aguas en la parada de los camiones que van a Martínez de la Torre, ahí en la calle Madero y en Xalapa pido limosna.

Nunca hace uno caso de los consejos de nuestros padres y familiares, hasta en tanto te pasa algo fuerte, es cuando reaccionas, pero ya es demasiado tarde. Yo estoy perdiendo mi vista, veo borroso y conozco a mis amigos por su voz.

Durante la plática que sostengo con Tacho, me dice que a la larga el consumo de las drogas daña al ser humano, aunque muchos chavos no quieran reconocerlo. Cada vez que te dan un consejo se molesta uno pero el día de mañana llegan las consecuencias. Yo espero que esta nota que me haces sirva para que los chavos que andan metidos en el consumo de drogas hagan caso a sus padres porque tarde o temprano todo se paga. El ejemplo más vivo soy yo.

Perdido entre las drogas iba a los bailes, a la disco a echar bronca. Sacaba los chacos y madreaba a quien se pusiera enfrente. Mi amigo José Luis Huesca, mejor conocido como “El Regalado” me hacía el paro con un velocímetro en la mano, andaba igual que yo y no sabíamos lo que hacíamos.

No es recomendable entrarle al consumo de drogas. Te pierdes y no sabes en qué mundo andas.  A escondidas consumíamos resistol y tiner en los cafetales de Don Rosendo Álvarez, por el panteón, en el río, abajo del puente, allá por la rueda, a la lajera y para todos lados.

Yo estuve en la cárcel como ocho meses, pues golpeamos a unos choferes de banderilla que nos dijeron putos. Los enfrentamos, los madreamos y se metieron al directo, agarramos piedras y rompimos los vidrios de las ventanas, la policía nos correteó, nos atraparon y nos llevaron al bote. En otra ocasión estuve por amenazas de muerte. Todo esto se lo debo al consumo de las drogas.

Cuando estaba chavo era portero del equipo café Misantla. Era un niño sano y hacíamos deporte. Recuerdo a los jugadores de mi equipo: Al Picochi, a Wilbert, a Beto Sosa, a Tavo Alafita y un tal California que venía de Martínez para reforzarnos. Fuimos campeones. Debí seguir el camino del deporte, del trabajo, pero me desvié a las drogas, al relajo y a la vida fácil. Muchos de estos amigos son excelentes profesionistas y les va bien. Que da gusto por ellos, de mi vida ya nada tengo que decir si muchos la saben.

Si pudiera regresar el tiempo lo haría para vivir otra vida pero lo hecho está hecho. Estoy arrepentido pero no puedo hacer nada más que salir adelante y pedir limosna para que la gente me apoye, aunque también vendo agua para ganarme un peso más.

Cuando se está joven, cualquier amigo te puede invitar a consumir mota y lamentablemente, muchas veces se acepta, quedándose uno en el “avión” por muchos años.

Luego de terminar la plática con “La Bochola” le doy las gracias por acceder a la entrevista, ya que, no es fácil que alguien se atreva a contar una historia de vida triste como la de él. “Espero que los chavos lean el periódico y actúen antes de tiempo, porque después ya es demasiado tarde, y si no lo creen, pues que me busquen en la esquina donde pido limosna, para decirles como he perdido la vista por andar metiéndome puras cochinadas en tiempos de juventud”.

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